domingo, 27 de mayo de 2007

Ludmila

Una silueta que compone cada instante, es un momento estático. Situación de soledad por donde, en realidad, pasan miles. Es la suspensión y una simple desolación. Es misterioso y, un claro enrollo.

Ella espera que exista algún lugar en el tiempo que nunca cambie. Sube a lo alto y es ahí donde confía sus secretos. Intenta volar y aguantar la respiración.

Se tilda, no mira hacia ningún lado y mira hacia todos lados. Se le deforman algo los ojos y cree ver al perplejo león. Esgrime. No tiene miedo, sabe que puede luchar contra él y también, triunfar. No están encerrados.

Ella es una adicta al extremismo y al violeta. Todo es gigante y además, quiere serlo.

Con los ojos deformados


Miro al despertador, desespero. Creo que soy yo eso que gira. Siempre al mismo ritmo, nunca para. Imposible. Siempre, y tic y tac… y tic y tac…y siempre al mismo ritmo. Despierta, atenta. Una pesadilla, un lugar, raro. Recapacito hasta sobre pequeñas muecas, una mirada, una palabra, que después se conecta con otra y más tarde, o a los días, con una nueva.

Necesito dormir. De costado, al otro, boca arriba, boca abajo, me siento, me vuelvo a acostar. Me levanto y me dirijo, siempre al mismo compás, al baño. Está oscuro. Abro mínimamente los párpados, si los abro del todo, a lo mejor no puedo volver con los sueños, o con mis benditas pesadillas. Aunque a éstas, ya sé cómo manejarlas; me tapo con las sábanas- a veces también con la frazada- hasta que por poco no puedo respirar ni escuchar nada. Giro para el lado opuesto de la ventana, y es así como se alejan. Me siento sin pensarlo, tiro la cadena- intento hacer el menor ruido posible. Es temprano y están todos durmiendo… Vuelvo a la cama, apago la luz y me acuesto. Y de nuevo: de costado, al otro lado, boca arriba, boca abajo, me acuesto en el piso, otra vez en la cama, prendo la radio. No se escucha, subo el volumen y me molesta. La apago.

“Pará”. Respiro. Inhalo por la nariz y exhalo por el mismo lugar. Por un minuto, escucho mi respiración. Me acuesto, tengo que dormir y descansar. De a poco la casa se empieza a levantar. Soy la única que puedo dormir un rato más, pero también la única que se despierta antes que mi despertador empiece a sonar. Primero el de mi papá. Se escucha una sola vez, enseguida lo apaga y comienzan sus movimientos. Cuando se levanta, su cama hace ruido, se escucha desde mi cuarto a pesar de que esté la puerta cerrada. Sé casi de memoria su rutina matutina. Todo es llevadero, salvo cuando lava la afeitadora con el agua, eso no me gusta, como el roce de una tiza con el pizarrón. Después, el del cuarto de mi hermano, suena un tiempo. No entiendo para qué lo usa, si igual lo tienen que levantar. Al rato, el de mi mamá. Suena, pero pasa un tiempo hasta que empiezan sus movimientos. Suele quedarse un rato en la cama.

Se escucha eso molesto, eso que odio tanto y no sé por qué. Sé que sólo es un rato y hay que soportarlo. Aunque cierre la puerta del baño, se sigue escuchando. No es como los sonidos anteriores. El agua de la ducha no me molesta, es más, creo que hasta me gusta. Golpea contra mi pared y parece llover. Es lindo estar acostada calentita sabiendo que afuera está lloviendo y no te estás mojando. Auque no llueva, siento que sí. Pero ese otro ruido me molesta, intento no escucharlo, pero es imposible. La ducha parecía lluvia, pero el sacador de pelo no parece viento, no se parece a nada, solo sé que es el secador de pelo y no puedo imaginármelo como otra cosa. Aguanto porque no queda otra alternativa, unos diez minutos, hasta que por fin vuelve el silencio. Porque cuando desaparece el falso viento, cuando para, parece no escucharse nada. Como cuando te acostás y apagás la luz; primero ves todo negro, está todo oscuro hasta que te acostumbrás y notás muchas tonalidades de oscuridades. Hay variedad de negros y hasta encontrás figuras, aunque sean siempre oscuras.

Tengo los ojos deformados. Pero empiezan a golpear las maracas cuando se siente la última puerta de la cocina. Estoy sola. Ahora todo se vuelve armónico. Porque es más tarde, porque no escucho el secador de pelo, porque la afeitadora ya está seca, porque a mi hermano lo lograron despertar. Hoy me quedé en la cama, pero la mayoría de las veces no aguanto y empiezo a moverme sin parar. Seguro muchos de los ruidos que haga yo, lo vuelven loco a cualquiera de mi casa. Seguro mi despertador es el peor. Cuando suena, nunca estoy. Ya están las persianas altas y la cama hecha.

lunes, 21 de mayo de 2007

Benedetti y Pessoa

“Esto de no ser más / de terminarse
tiene algo de aventura o de presidio
del ocaso al ocaso media un palmo
de la nada a la nada va una vida

¿cómo no ser curioso?
¿cómo no hacer apuestas a favor
o en contra hasta que alguien
pronuncie el no va más?

Estoy flotante de curiosidad
ávido de saber o de sufrirme
flotante entre mis miedos
esclavo de mis auras
señor de mis cenizas

Como si nada, Mario Benedetti

“A veces miro un piedra.
no pienso que ella siente,
no me empeño en llamarla hermana.
Me gusta por ser piedra,
me gusta porque no siente,
me gusta porque no tiene parentesco conmigo.

Otras veces oigo pasar el viento:
Vale la pena haber nacido
sólo por oír pasar el viento.”

Pessoa, Fernando

El otro - Ludmila


















Violeta Extremista
deporte de león
tildada escultura
estatua y respiración.

Volar como él;
el gris del atardecer.
Querer ser, saber
y pronto, desentender.

Hablar perpleja
minuto de alivio
negra realidad,
esgrime a lo alto.


Gozalvo de Enrique G. Tuñón

"Era un hombre de exterior desaliñado, de palabra ceceada, de rostro picado de viruela y un ojo de vidrio que disentía en color del ojo natural, porque Gozalvo adquiría su stock de ojos de vidrio en los remates, sin otorgarle ninguna importancia al color. así lo miraba a uno con dos miradas. La una azul, animada, clara. la otra quieta, extática, como un paisaje de tarjeta postal, unas veces en tono gris, otras verde, otras castaño oscuro (...) era un hombre contradictorio... andaba por las calles este impenitente vagabundo, saludando con su sonrisa picada de viruelas, con su palabra ceceosa, hablando mal del mundo y de sus habitantes y hablándose mal de sí mismo en sus tristes soledades de hombre que escribe, vaga, bebe y duerme en la cercanía de la misteriosa miseria"

Camas desde un peso;
González Tuñón, Enrique

martes, 15 de mayo de 2007

Entrega final




“Según se sabe, esta mudable vida
Puede, entre tantas cosas, ser muy bella
Y hubo así alguna tarde en que con ella
Te miramos, oh luna compartida.
(...)
Ariosto me enseñó que en la dudosa
Luna moran los sueños, lo inasible,
El tiempo que se pierde, lo posible
O lo imposible, que es la misma cosa.
(...)
Y, mientras yo sondeaba aquella mina
De las lunas de la mitología,
Ahí estaba, a la vuelta de una esquina,
La luna celestial de cada día”
Borges, Jorge Luis

viernes, 11 de mayo de 2007

Pre-entrega

Audiovisual "El lugar"